- El cerebro homosexual y la piedra filosofal
- EHGAM-DOK, 2008-06-17 # Jaime Mendia · Miembro de EHGAM
Curiosamente, nadie dedica esfuerzo ni dinero a tratar de comprender por qué hay personas a las que les gusta más el color azul que el amarillo, por ejemplo, aunque a veces llegan hasta a combinarlos en su ropa, o por qué prefieren comer pasta a sopa, aunque un día sin problema podrían, si se da la ocasión, comer una cosa y cenar otra. ¿Por qué esa diferencia con respecto a las preferencias sexuales? Evidentemente, porque los gustos sobre colores o comidas no son factores utilizados para estructurar nuestra sociedad.
Los deseos sexuales de todas las personas, de todos y cada uno de nosotros, es múltiple y además varía continuamente. La forma en que cada uno de nosotros vive la relación con su propio cuerpo también es múltiple y variada. Sin embargo, socialmente nos empeñamos en fijar la posición de cada persona, clasificándola, de forma inamovible, como “hombre”, “mujer”, “heterosexual”, “lesbiana”,…
En vez de asumir que nuestras múltiples identidades fluyen en el tiempo, yendo de aquí para allá, haciendo que ahora deseemos a este hombre, luego a esa mujer, ahora nos sintamos un poco más masculino, luego tal vez un poco más femenino (si es que llegamos a comprender qué significa exactamente eso; aunque, bien pensado, ¿para qué preocuparnos de tonterías como esa?), en vez de sentir nuestro cuerpo y nuestro deseo libremente, fijamos una hetero-normatividad y una género-normatividad, y gastamos ingentes cantidades de dinero y tiempo de excelentes científicos en tratar de comprender por qué no todas las personas se ajustan a ese mundo que hemos creado artificialmente.
En nuestra sociedad se ha implantado una moral médico-científica que, sustituyendo a la moral mágico-religiosa, ha sustituido a los pecadores sodomitas por personas con un cerebro de tamaño diferente al que les correspondería, y que ha condenado a los trans al infierno de la psiquiatrización y la esterilización química para adaptarlos a uno de los dos únicos géneros “científicamente” válidos. Estas dos morales cumplen la misma función de control social, y por lo tanto resultan igualmente alienantes para todo ser humano.
Los conceptos de “hombre”, “mujer”, “heterosexual”, “homosexual” son creaciones sociales, culturales. Intentar buscar una explicación químico-biológica a un hecho social es como intentar encontrar la piedra filosofal que permita convertir el plomo en oro. Y las personas implicadas en este proceso nos merecen la misma credibilidad que aquellos brujos-alquimistas de la Edad Media. Es decir, ninguna en absoluto.
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