- Una encíclica profética
- Pablo VI hizo pronósticos en la 'Humanae Vitae' que se han cumplido con exactitud
- Gaceta, 2008-08-10 # Ramón Pi
Se cumplen estos días 40 años de la publicación de la encíclica Humanae Vitae, probablemente (junto a la Populorum Progressio) la más conocida y la más contestada de su pontificado. Con el valor que da la sabia combinación de la razón, el conocimiento y la prudencia, cualidades todas ellas iluminadas por la fe, Pablo VI se enfrentó a lo que empezaba a ser el nuevo dogma, fruto de la posibilidad técnica, gracias a los anticonceptivos orales (la píldora por antonomasia), de producir la mayor revolución moral de los últimos siglos, derivada de la separación del sexo y la procreación.
A partir de este hecho, el movimiento feminista, que en su origen pretendía la equiparación social y política de las mujeres a los varones, ha derivado en una teoría llamada de género, según la cual cada individuo es libre de escoger sus preferencias sexuales, y esta decisión es la que prevalece sobre lo que ya se consideran limitaciones biológicas. Así, ya no hay dos sexos, sino cinco géneros: masculino homosexual, masculino heterosexual, femenino homosexual, femenino heterosexual, y bisexual. Y hay quien quiere añadir dos más, el transexual y el travestido. Ésta es la conclusión derivada de la desvinculación del sexo y la reproducción: si este nexo no existe, ¿qué argumentos políticos, legislativos, sociales y morales tienen peso suficiente para oponerse a cualquier “orientación sexual”?, como ahora se dice.
Pero las consecuencias no acaban ahí: los embarazos no expresamente deseados (o no aceptados en cualquier momento de la gravidez) legitiman la legalización del aborto. La familia pierde su estructura, y cualquier coyunda queda equiparadas bajo el mismo rótulo pervertido de familia. El instituto jurídico del matrimonio civil queda pulverizado: matrimonio ya es cualquier cosa. Al extenderse la noción de igualdad a cualquier situación, pasando por encima de la biología y la fisiología, deja de haber obstáculos para pretender una igualdad quimérica en todos los órdenes imaginables. Y cuando se comprueba que todo esto no produce más que dolor, muerte, inadaptación social y montañas de carne de psiquiatra, los esfuerzos de los gobernantes se dirigen a los efectos, porque las causas ya se han convertido en dogma intangible.
Pablo VI comprendió eso con visión profética, y en la Humanae Vitae hizo pronósticos que se han cumplido con exactitud: la progresiva de los estándares morales en la sociedad; el aumento de la infidelidad; la disminución del respeto de los varones hacia las mujeres, y el uso coactivo de las tecnologías antinatalistas por los Gobiernos. ¿Puede alguien con mínima honradez intelectual negar estas realidades?, ¿puede regatearse a la Humanae Vitae su carácter profético?
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