- Entrevista con Rachid Niny: "La integración es un cuento; yo creo en el respeto a las leyes"
- El director de Al Massae, el diario más vendido de Marruecos, fue emigrante sin papeles en el Levante español, donde trabajó tres años recogiendo naranjas y como albañil y camarero
- Público, 2008-04-21 # Trinidad Deiros · Casablanca
La de Rachid Niny es una historia de éxito. De ésas, dice, "que no interesan a los periodistas". Porque el ahora director del diario marroquí Al Massae -un fenómeno editorial en Marruecos que en poco más de un año ha superado los 130.000 ejemplares- fue durante tres años un emigrante sin papeles.
En el Levante español, Niny recogió naranjas, levantó muros y fregó platos, con su licenciatura en Letras en el bolsillo. Una experiencia que plasmó en un libro que fue un éxito en las librerías de su país. En "Diario de un ilegal", Niny, de 37 años, recuerda la época en la que un día abrió el frigorífico y sólo encontró una cebolla. Y lloró, no sabe si "por el hambre que tenía o por comerse una cebolla".
Ahora, en el tren que une Rabat y Casablanca, de cada diez personas que leen un periódico, nueve se ríen mientras leen "Chouf Chouf", ("mira, mira"), la columna que escribe en el diario que fundó con otros periodistas independientes, que invirtieron capital en este proyecto. El estilo fresco e irónico de Niny ha capturado al público, aunque hay quien le considera un reaccionario por sus opiniones sobre la homosexualidad.
Usted ya era periodista cuando se marchó a España. ¿Cómo se pasa de colaborar con periódicos en Marruecos a recoger naranjas en España sin papeles?
En los noventa, casi todos los periódicos marroquíes eran órganos de partidos políticos; como yo era independiente y quería ver mundo, decidí marcharme. Soñaba con hacer como los grandes viajeros, Rimbaud por ejemplo, y también con estudiar Letras en la Sorbona de París. Pero era imposible, así que, tras llegar a Benidorm con un visado temporal, encontré trabajo en Oliva (Valencia) y me quedé. Pero fue una elección, quería ganarme la vida.
Usted ha sufrido el racismo.
No era racismo puro, sino un trato distinto del que se daba a los demás. Cuando recogía naranjas, estaba en una cuadrilla internacional, en la que había además franceses, españoles y argelinos (su capataz les llamaba los moros y cristianos). La mirada de los españoles a los marroquíes está... yo diría que está mezclada de historia, de prejuicios instalados.
Hábleme de esos prejuicios.
Piense que en algunos pueblos de la montaña de Valencia, nunca habían visto a un marroquí. En España hay gente que cree que todos los marroquíes llegamos en patera. Bien es cierto que es la imagen que da la televisión, que no habla más que de drogas y pateras. La televisión vende el fracaso, los trenes que llegan tarde. Yo lo entiendo: así trabajamos los periodistas. También viví experiencias muy buenas en España, que es un país muy bonito; una panadera que nos regaló el pan o la gente que vino a ofrecernos trabajo nada más llegar a uno de los pueblos en los que estuve.
¿En qué consiste esa cárcel de las miradas de la que habla?
Me refiero a cuando te sientes encadenado por la mirada de la gente, por la dureza de unas leyes que no te permiten obtener los papeles. También cuando llegas a un ascensor y los españoles que están esperando te dicen que subas porque no quieren ir contigo. Lo más duro de la emigración es la esclavitud del sentimiento. Sé que el racismo es algo humano, que existe en todas las sociedades, incluida la marroquí, pero el problema es cuando se sobrepasan los límites.
Usted no cree en la integración.
La integración es un cuento chino; yo creo en el respeto a las leyes. Un inmigrante es y será siempre un extranjero, un invitado que -eso sí- debe tener los mismos derechos y obligaciones que las demás personas.
Un tribunal les ha impuesto una indemnización récord (550.000 euros) por difamación (‘Al Massae' publicó una noticia sobre una boda homosexual a la que aseguró había asistido un fiscal de Alcazarquivir, al norte del país).
Es una condena a muerte para el diario, pero este asunto es sólo una excusa. El régimen nos estaba esperando a la vuelta de la esquina para castigarnos por nuestra línea editorial y nuestra independencia. Nos están haciendo pagar las informaciones que hemos publicado que no han gustado al poder (se refiere a varios escándalos de corrupción y sexuales que han salpicado a altos cargos marroquíes y a agentes de la Gendarmería Real).
¿Se está intentantando acabar judicialmente con ‘Al Massae'?
Sí. Tenemos otras demandas y juicios pendientes. La estrategia del régimen hacia la prensa libre ha cambiado. Ahora ya no te meten en prisión, lo que hacen es cerrarte el negocio buscando la asfixia económica.
¿Pueden hacer frente a esta millonaria indemnización?
Claro que no, y 150 empleados se quedarán en la calle. No han considerado tampoco que desmentimos la noticia. Cometimos un error, pero esta condena es desproporcionada.
¿Esta sentencia es una muestra más del inmovilismo del poder?
En Marruecos, mejoran las infraestructuras, pero no la calidad de vida de los marroquíes. La gente está preparada para la democracia; el régimen, no. Eso es lo que hace Al Massae todos los días: pedir la democracia.
De usted se dice que es un reaccionario y que su diario azuzó a la turba que casi lincha a los asistentes a la supuesta boda gay.
Yo no pedí que metieran a nadie en la cárcel (seis homosexuales fueron condenados a varios meses de prisión), pero esto no es Suecia. Somos un país musulmán y yo estoy a favor de la familia y del matrimonio hombre y mujer. Hay gente que clama por que se puedan expresar las preferencias sexuales y luego no pide la libertad política. Yo estoy a favor de abrir un debate publico sobre la homosexualidad.
Entonces, ¿por qué un gay no debería poder expresar libremente su opción sexual?
Eso es imposible en Marruecos. Si eres homosexual, puedes hacer lo que quieras, pero en tu casa.
¿Esto no le parece intolerante?
La tolerancia la demuestro yo todos los días en casa pues llevo ocho años casado con una cristiana.
¿Cómo se llama su mujer?
Macarena.
Un comité para defender la libertad de expresión
La millonaria multa impuesta a Al Massae ha levantado no poca indignación entre muchos colegas de Rachid Niny, que se han unido en un comité que denuncia no sólo la persecución judicial a este diario, sino también la condena a siete meses de cárcel al periodista Mostafá Hormat Alá, a quien se acusó de haber revelado datos confidenciales sobre la lucha antiterrorista.
Otra de sus reivindicaciones es que se anule la inhabilitación profesional que pesa sobre Ali Lmrabet, el periodista que estuvo a punto de morir tras mantener una huelga de hambre en prisión en 2003. Las manifestaciones del comité, al que se han unido partidos políticos y asociaciones de derechos humanos, han sido, en ocasiones, duramente reprimidas por el régimen marroquí. En Tiznit, al sur del país, los antidisturbios golpearon a un periodista.
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