- El pirata de la bandera rosa
- Granada Digital, 2008-06-06 # Francisco Barajas
¡Al abordaje! ¡Que no quede ni uno de los tripulantes sin violar! A las mujeres, a los niños y a los tripulantes mayores, tirarlos por la borda para que sean pasto de los tiburones, pero a los bellos mancebos, a esos preciosos hombres andaluces y extremeños, violarlos para regocijo de vuestros cuerpos ingleses gay -dijo con potente voz el capitán pirata de la bandera rosa, y un momento antes de abordar por popa al galeón español todo cargado de plata, oro y pedrería fina.
¡Ya lo habéis oído bergantes y perillanes, al abordaje, a la pillería y a las violaciones de los hombres marineros y oficiales jóvenes de buen ver! ¡Que no quede ni uno, sin darle su merecido por la popa! Por la Reina, y por Inglaterra! ¡Los garfios, los garfios de abordaje, y los mosquetes preparados...! Las espadas y los cuchillos también entre los dientes...! ¡Al abordaje! -dijo el lugarteniente del pirata de la bandera rosa, alisando su pelo rubio y sus pestañas postizas también rubias a juego.
¿Nos ponemos las bragas de los días de fiesta para piratas, o nos dejamos las de navegar todos días? -preguntó un marino pirata con los pelos peinados y los bucles rizados de peluquería al viento de la mar océana.
¡Idiota al abordaje, y deja de pensar en tu coquetería de bucanero de flor de té a las cinco en punto de la tarde! ¡A violar, pero sin bragas de algodón inglés! ¡Gilipollas! -le contestó al marinero, el capitán pirata de la bandera rosa, vaciando en sí mismo todo un bote de colonia lavanda inglesa.
¡Ay qué gusto, ay qué gusto, ay qué gusto...! ¡Voy a violar españoles con el pecho de lobo, aunque dicen que son muy fieros y prefieren morir antes de que le pongamos los culos como unos zorros...! -dijo otro marinero pirata, y mientras se restregaba aquello con polen de flores desodorante de las colonias de Oriente del Imperio.
Verás como nos empalizan estos españoles, por vuestras bellas y muy guerreras mariconadas de marineros piratas rosa que están más al loro de acicalarse para violar que para ganar a sangre y fuego el abordaje.... ¡Nenas a lo nuestro, y dejad las modas y los cosméticos y los afeites para cuando termine el combate...! -tronó el capitán pirata de las bandera rosa.
Mi capitán, no ha quedado ni uno, todos han muerto en combate, y a las mujeres, a los niños y a los viejos los hemos arrojado al mar para que sean pasto de los tiburones... Qué fieros son esos españoles y las españolas... Y los niños que valientes. Unos tíos, niños y mujeres con lo que hay que tener... Sólo ha quedado un loro que nos llama a voz en cuello: mariquitas, mariquitas... ¿Lo violamos? -le preguntó el lugarteniente al capitán pirata de la bandera rosa.
¿Es macho o hembra el loro? Si es hembra meterla en una jaula, y si es macho hacer una sopa de loro. Y honrad a los muertos, se han defendido como unos valientes marinos. ¡Viva la Reina y nuestra bandera rosa! -contestó el capitán pirata de la bandera rosa, a su lugarteniente.
¡Es hembra el loro, mi capitán! ¿La metemos a la lora en una jaula, y como ha ordenado? -dijo un marinero que había estado trasteando el culo de la lora.
No. Que la muy ramera nos va a estar llamando mariquitas, y hasta que lleguemos a Inglaterra. Hacer una sopa con ella para el timonel, ese que es el único macho de esta nave pirata al servicio de Su Graciosa Majestad. ¡Timonel, rumbo a Inglaterra! Dejamos la piratería y la mar, comenzaremos de nuevo con novedosas profesiones como crítico de arte o literario o editor de libros -contestó el capitán pirata de la bandera rosa, y mientras se perfilaba los labios con una barra de carmín rojo pasión de Liverpool.
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