2008/06/24

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  • Eurocopa: un grupo de antialemanes juega a ver quién roba más banderas germanas
  • La Capital [Argentina], 2008-06-24

Mientras abundan los llamamientos de políticos a tener una fiesta deportiva en armonía durante el partido Alemania-Turquía de la Eurocopa, los “antialemanes” de Berlín repiten un juego que inventaron durante el Mundial de fútbol de 2006: secuestrar banderas alemanas.


Los “antialemanes” (“Antideutsch”) son un grupo de activistas alemanes, mayoritariamente universitarios de izquierda, que por su lectura del papel que el nacionalismo tuvo en el pasado nazi de Alemania combaten toda manifestación que exalte al país.


Lo mismo que durante el Mundial de Fútbol, los “Antideutsch” de Berlín compiten ahora en un curioso juego: gana quien consiga juntar más banderas de Alemania, robándolas de autos, balcones e incluso de manos de fans.


“Según el tamaño de la bandera y el lugar donde haya estado valdrá más o menos puntos”, explica con una sonrisa Thomas Bellow, que además de estudiante de sociología y Estudios sobre Africa se define como anarquista.


“Me resulta muy difícil ver todas esas banderas ondeando libremente, como si uno pudiera alegrarse de ser alemán”, dice por su parte Maja König, militante “queer” de 24 años que está entre los que mejor puntaje han conseguido en el juego.


Los “Antideutsch” son los mismos que cuando pasa ante ellos un auto con “alemanes típicos” le gritan “Türkiye, Türkiye”, dando vivas en su propia lengua al equipo que mañana enfrentará a Alemania en las semifinales de la Eurocopa.


La previa.“Ya sabemos quién va a ganar”, dice con una sonrisa el alemán Jonas Gruber, que como todos los miércoles se reunirá en el barrio de Kreuzberg con su grupo de música, aunque esta vez para seguir a la selección germana acompañado de varios cajones de cerveza. A su lado no habrá turcos.


En los barrios de Neukölln, Wedding y sobre todo Kreuzberg, donde vive la mayoría de turcos de Berlín pero también hay una muy importante y mayoritaria presencia de alemanes, el partido dividirá las aguas como ningún otro acontecimiento.


Entre los turcos, no faltan quienes se reconocen “también” alemanes: en muchos comercios de Kreuzberg y Neukölln cuelgan banderas tanto turcas como alemanas, simbolizando la comunión o la confusión entre ambas naciones.


No obstante, todos los turco-alemanes prefieren que gane Turquía, aunque si el triunfo es alemán, en la siguiente ronda se pondrán del lado de la selección germana.


El cotejo pone en juego algo más que fútbol. Los turcos que hoy viven en Alemania empezaron a llegar en la década del 60, con las facilidades que les ofrecían los programas mediante los que se buscaba la mano de obra que la pujante industria alemana necesitaba.


Pero los “huéspedes” (como los designaba el programa, presuponiendo que tras trabajar volverían a Turquía) se quedaron, para después hacer venir a sus mujeres, hijos, hermanos y otros parientes.


Desde hace días circulan por Berlín BMW y Mercedes Benz en los que ondea la vistosa bandera roja con la media luna blanca. Esas marcas que en todo el mundo nombran a Alemania son para muchos turcos el símbolo de que triunfaron en el país germano.


Los 2,1 millones de turcos de toda Alemania hacen aún hoy los trabajos menos prestigiosos y peor remunerados en una sociedad cuya legislación los obliga a asistir a cursos de idioma e “integración”.


Por eso, un triunfo en el partido de mañana podría convertirse para los turcos en el símbolo de su gradual y trabajosa conquista de Alemania, y por extensión de Europa, dado que la política exterior de Turquía está hoy signada por su aspiración a que se la admita como miembro la Unión Europea.

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