- Les incomoda ir de la mano con sus parejas
- El doble cerrojo del armario
- La homosexualidad es casi un tabú en el municipio, falto de asociaciones e iniciativas. Las lesbianas son doblemente invisibles en Parla, ya que están marginadas dentro de su propio colectivo y no cuentan con lugares de ocio para ellas.
- Gente Digital, 2008-07-10 # Rubén López
Rocío tiene el superpoder de ser invisible: es lesbiana y vive en Parla. Estas dos características unidas propician que su homosexualidad sea doblemente tabú, ya que las lesbianas están marginadas dentro de su propio colectivo y no cuentan con asociaciones o lugares de ocio específicos para ellas en el municipio. A sus 22 años ha sentido las miradas y los comentarios de la gente en muchas ocasiones. "Aquí la gente se gira más que en la capital. No creo que sea rechazo, pero sí es verdad que se quedan mirando más, supongo que por curiosidad", comenta la joven.
Por este motivo, a Rocío no se lo ocurre ir de la mano por las calles del municipio con su pareja, algo que en Madrid es habitual y no suele suponer ningún problema. "Siempre está el típico tonto que hace el comentario ‘graciosillo' de ‘¿y vosotras como lo hacéis?' o ‘vente conmigo y verás como se te van a quitar las ganas de estar con tías'. Además, siempre sale la palabra ‘trío'... pero bueno, estas cosas también te las dicen en Madrid, no te libras", explica Rocío.
Las lesbianas están más ocultas porque "los gays son más atrevidos y a las mujeres, por lo general, les da más vergüenza ir de la mano". Esto no significa que haya menos lesbianas, sino que "se las ve menos", asegura la muchacha. ¿Y si pusieran un local de ambiente en Parla? Rocío asegura que no tendría éxito y que no iría casi nadie porque en la capital la gente se siente más libre y está mejor visto. Pese a todo, ella afirma que tiene más valor hacerse visible en el municipio que en Chueca, por ejemplo, y no cambiaría el sitio en el que vive por nada. "Parla me gusta, es tranquilo y lo prefiero al jaleo de Madrid. La capital me gusta para salir de fiesta, pero no para vivir allí", dice convencida.
¿Aceptación social?
Y si a una lesbiana le hacen comentarios obscenos, a un gay parleño le sueltan el típico "maricón" de turno. Es lo que le sucede a Sergio, que opina que existe mucha diferencia entre la gente de un sitio y de otro: "En Madrid todo el mundo va a su bola, pero aquí se giran. Que se metan en su vida y nos dejen en paz". Él no tiene tan claro que su futuro esté en el municipio ya que "hacer vida de pareja en la capital es facilísimo, no tienes que esconderte ni nada".
A pesar de eso, afirma que su vida y sus amigos los tiene en Parla, por lo que tendría que pensarse un posible cambio de residencia. Al muchacho le sucedió una anécdota mientras iba paseando con su pareja que le costará olvidar. "Nos dimos un beso sin darnos cuenta de que enfrente había una obra. Los obreros empezaron a gritar con sorna: ‘¡Venga, venga, daros un besito!'. Así que nos dimos un muerdo de cinco minutos para darles por saco", explica divertido.
Aunque la situación ya no sea como hace casi cuarenta años, aún queda mucho camino por recorrer, y más en el caso de las lesbianas que, como en muchas otras facetas de la vida, por ser mujeres lo tienen más difícil. De momento luchan por esa visibilidad en la sociedad, así que, como dijo Eva Hache durante el pregón de las fiestas del Orgullo, gritemos juntos: "¡Bollo a la vista!".
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