- 'No apto' por falta de pene
- Ideal, 2008-07-10 # Lorena Cádiz
Dice Aitor que cuando, en febrero del año pasado, lo citaron para hacerle unas pruebas en el Centro de Reclutamiento del Ejército de Córdoba, sintió que estaba más cerca que nunca del sueño de su vida: ser militar. Lo que no podía sospechar entonces es que su sueño iba a acabar convirtiéndose en una auténtica pesadilla. Aitor nació mujer, pero siempre quiso ser un hombre. Para ello se sometió a una mastectomía para una reasignación de sexo; está a la espera de la operación definitiva para el cambio de genitales y, a los ojos de la ley, según dice, es un hombre. «Tengo todos mis documentos cambiados con mi nueva identidad». Nada de esto le valió cuando ese día en Córdoba le pidieron que elaborara un test y en él no ocultó que era transexual.
«Desde el momento que expliqué mi situación, la forma de tratarme cambió totalmente. La persona que me estaba examinando se fue a consultar a un superior y cuando volvió me dijo que no era apto para el Ejército por la 'ausencia total de pene o atrofia de testículos'».
Recurso
Estaba claro que Aitor iba a recurrir esta decisión y así lo hizo. «Me volvieron a llamar para acudir al hospital militar de San Fernando, en Cádiz, y allí me encontré con un militar de alto rango que directamente me dijo que me bajase los pantalones y le explicase por dónde meaba». No hubo más pruebas y más exámenes para este jienense. «Todavía no puedo creerme cómo tratan a las personas. Sabía que era una institución arcaica, pero no tanto».
El caso es que al confirmarse la negativa de entrada al Ejército para Aitor, éste puso el caso en manos de un abogado. Juntos elaboraron un recurso alzado al secretario de Defensa, quien, tiempo después, respondió solicitando la partida de nacimiento de Aitor. Desde entonces, ha pasado un año y el jienense sigue esperando una respuesta. Aitor tiene ya 28 años y ha sobrepasado la edad límite para entrar en el Ejército. «Ahora pido que se haga justicia y me den la plaza que solicité cuando tenía 27, al mismo tiempo que quiero que me paguen todo el daño que me han hecho. No he pasado más verguenza en mi vida, no por lo que soy, sino por cómo me trataron».
Y es que las razones que aporta Aitor son más que contundentes. «El pene no me hace falta para nada, el trabajo en el Ejército lo puedo desempeñar perfectamente con o sin pene, entiendo que si hubiera querido dedicarme a actor porno me lo exigieran como algo fundamental para ese trabajo, pero no para entrar en el Ejército», explica sin resignarse.
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