- La reforma de la ley del aborto
- Beatriz Gimeno · Feminista y activista por el derecho al aborto: "No se escucha a las mujeres"
- El País, 2008-08-27 # María R. Sahuquillo
Es una luchadora nata. Su hablar pausado y sus maneras tímidas no lo revelan a simple vista. Pero Beatriz Gimeno mira a los ojos cuando habla de igualdad social y de cambio. Lleva desde los 15 años peleando por que hombres y mujeres tengan los mismos derechos, cuenta que el feminismo cambió su vida. Desde entonces, no ha parado. Ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) -la mayor organización de este colectivo en España-, esta madrileña de 46 años se centra ahora en la lucha por una reforma de la ley del aborto. "Sin su despenalización, no podemos hablar de una sociedad igualitaria", dice.
El caso de las clínicas del doctor Morín y del centro Isadora ha reabierto el debate sobre la legislación del aborto en España.
Aún recuerda el hormigueo que sintió en el estómago la primera vez que se autoinculpó por haber abortado. "Estaba en el instituto. De eso hace ya 1.000 años", cuenta con una sonrisa. Lo hizo para solidarizarse con varias mujeres que estaban siendo juzgadas en el País Vasco por abortar. "En esa época aún era ilegal", dice. Hace unos meses volvió a hacerlo. Pero sin esa sensación de riesgo -actualmente, en España, el aborto está despenalizado en tres supuestos-. Gimeno firmó de nuevo los impresos. Esta vez para apoyar a varias mujeres que estaban siendo citadas por un juez por supuestos abortos ilegales. "Se ha avanzado. Pero las cosas no han cambiado tanto. Hace casi 40 años, mi madre luchó por el derecho al aborto y ahora me toca a mí", recuerda.
Gimeno era presidenta de la FELGTB cuando se hizo la ley de matrimonio homosexual. Ahora, miembro de la Plataforma por una Ley del Aborto (PLA), espera conseguir de nuevo un cambio. "Ninguna mujer puede ir a la cárcel por abortar. Hemos olvidado que en España no existe una ley del aborto, sino una despenalización parcial", reclama. Y es que para ella, que cuenta que a los 15 años se puso las gafas del feminismo y empezó a verlo todo "de otro color", el aborto es un "derecho fundamental".
En septiembre echa a andar el comité que estudiará si procede una reforma legislativa para una posible ley de plazos para las interrupciones voluntarias del embarazo. Y Gimeno es optimista. "Creo que se conseguirá", dice. No le falta sin embargo un punto de crítica: "En esa comisión hay expertos de todo tipo, pero no se está escuchando a las mujeres en una reforma que es fundamental para ellas". Gimeno, que dejó un poco de lado la lucha feminista porque no se implicaba en reclamar los derechos de las lesbianas, vuelve ahora a una de sus primeras peleas. "Es importante que las mujeres puedan decidir sobre su maternidad. Que sean dueñas de sus cuerpos", asegura.
Gimeno se encoge de hombros. "Siempre he sido consciente de esa desigualdad", dice. Echa la vista atrás y cuenta que cada día le chirriaba que sus padres tratasen de manera diferente a su hermano. "Me encendía cuando mi madre nos decía a mi hermana y a mí 'niñas, poned la mesa', y, mientras, mi hermano leía en el sillón. ¡Y eso que mis padres son progresistas!", relata. "El feminismo encajó todas las piezas para mí", dice moviendo las manos.
Sólo ha vivido un pequeño periodo de sequía en su lucha. Lo cortó de raíz. Cuenta que un día salió de su casa en Sevilla para ir al trabajo y no volvió más. Dejó atrás al hombre al que había seguido hasta la capital andaluza y por el que había dejado de lado sus estudios de Filología Semítica y su entorno de Madrid. Sólo regresó días después para recoger a su hijo de dos años. "Cometí el error de enamorarme de un hombre y dejarlo todo por él", dice. "Las mujeres tenemos la tendencia a sacrificarnos siempre por los demás. Eso no puede ser", sostiene. Tras la pausa, y mucho más sabia, volvió a pelear.
A esta activista de larga trayectoria le gustan las cosas claras. Por eso abandonó la carrera de Sociología -"demasiado general"- por el estudio del hebreo, el árabe y el arameo -"una lengua muerta es algo muy concreto", dice-. Por eso, habla también sin tapujos de la "necesaria" reforma legislativa. Y aporta un ingrediente más: "Además de la ley del aborto, necesitamos más educación sexual. No olvidemos que en una sociedad desarrollada debería haber poquísimos abortos, y eso sólo puede evitarlo más información y conocimiento".
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