- Los prelados vuelven a llamar a sus masas a Madrid en defensa de la familia
- El País, 2008-12-07 # Juan G. Bedoya • Madrid
El cardenal Rouco vuelve a ser el portaestandarte de la convocatoria. Lo ha hecho esta semana por carta, después de asegurarse los permisos de la autoridad municipal. La misiva del arzobispo de Madrid va dirigida "a los párrocos, rectores de Iglesias, comunidades de vida consagrada, movimientos y asociaciones apostólicas, colegios e instituciones de enseñanza de la archidiócesis". Pero Rouco parece actuar también como presidente de la Conferencia Episcopal, cuando advierte a su grey de que en la jornada "participarán familias venidas de otras partes, acompañadas de sus respectivos obispos".
"Se unirán a nosotros en la misma comunión eucarística manifestando que formamos la única familia de los hijos de Dios. Acontecimientos como éstos exigen esforzarnos un poco más de lo habitual. La comunión exige salir de los propios intereses y comodidades para manifestar que somos un único pueblo de Dios. Que nadie se sienta indiferente ante esta llamada", escribe.
¿Preparan los obispos una jornada de protesta contra Rodríguez Zapatero, con la acritud de hace un año? No lo parece. El Arzobispado de Madrid sostiene que la concentración será una "solemne celebración eucarística para las familias de toda España". En diciembre de 2007 también dijo lo mismo, con iguales palabras, y, sin embargo, la festividad se convirtió en una manifestación política en toda regla. Algunos sectores reclaman algo parecido estos días, desde los principales medios de comunicación eclesiásticos y en algunos púlpitos.
"Las cosas que yo os he susurrado en secreto, gritadlas desde las azoteas". Esta frase que el apóstol Mateo pone en boca del fundador cristiano es el argumento de quienes piden al cardenal de Madrid que no ceda ni calle ante políticas que sectores importantes del catolicismo tachan de "inaceptables". Es el caso del líder de la poderosa Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y de la Fundación San Pablo-CEU, Alfredo Dagnino. "Nos sentimos injustamente tratados. Todo está permitido en el mundo de hoy, excepto proclamar a Dios", dijo hace dos semanas en la clausura del Congreso Católicos y Vida Pública. Se sentaba a su lado el cardenal Rouco. Dagnino se queja de que "en la España actual no se respeta como es debido a la familia y a sus valores; ni el único matrimonio verdadero, ni el inalienable derecho que los padres tienen a educar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y morales".
También el cardenal Cañizares, primado de Toledo y principal azote del Gobierno en estos años, esgrime agravios recientes. "Tratan de erradicar nuestras raíces cristianas más propias", se queja. Pronto será llamado a Roma por el Papa para formar parte de la Curia (Gobierno vaticano). Quizás por eso ha suavizado sus mensajes. Pese a expresar una "preocupación muy común entre los obispos por la secularización imperante, en forma de un laicismo radical e ideológico, en el que Dios no cuenta, y en el que se pretende recluir la fe a la esfera de lo privado", el cardenal primado sostiene ahora: "Los obispos miramos con esperanza el momento en que vivimos, sin miedo, ni recelo. No hay una mirada de rechazo en nosotros; no vivimos ni actuamos a la contra de nada ni de nadie".
Aspecto relevante es que los conflictos de este año -ampliación de la ley que despenaliza el aborto, la anunciada reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, la puesta en práctica de la asignatura Educación para la Ciudadanía y la llamada ley de la Memoria Histórica- no son asuntos de choque especial. Lo reiteró el propio Rouco hace un mes, cuando negó que haya en su Iglesia una "postura de choque" frente al Gobierno, o que el PSOE busque "chocar intencionadamente" con ellos al promover esas leyes. "La palabra choque es muy dramática. Hay puntos de vista divergentes, pero la respuesta de la Iglesia es de diálogo", explicó.
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