- Francia irrita al Vaticano al pedir que no se criminalice a los gais
- La Santa Sede teme que un acuerdo de la ONU avale las uniones del mismo sexo. Sarkozy defiende los derechos de los homosexuales pero no admite sus bodas
- El Periódico de Catalunya, 2008-12-07 # Elianne Ros • París
La Santa Sede ha puesto el grito en el cielo. Primero fue el observador del Vaticano en la ONU, Celestino Migliore, quien dijo que la declaración provocará que "los Estados que no reconozcan la unión entre dos personas del mismo sexo como matrimonio sean puestos en la picota". Tras precisar que la Iglesia es hostil hacia las legislaciones violentas o discriminatorias con los homosexuales, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se ha sumado inmediatamente a la desaprobación. A su juicio, la iniciativa "introduce una declaración de valor político que puede convertirse en instrumento de presión para aquellos que consideren el matrimonio entre un hombre y una mujer como la forma fundamental y original de la vida social".
Dado que en Francia el asunto deja indiferente --solo el diario católico La Croix y el semanario Tˆtu, dirigido a los homosexuales, se han hecho eco de la protesta de la Iglesia-- el Gobierno evita avivar la polémica. La defensa frente al Vaticano ha recaído en el portavoz de Exteriores, Eric Chevallier, que se ha limitado a recordar que la legislación de unos 90 países reprime la homosexualidad y que en siete de ellos --como Irán o Nigeria-- puede acarrear la pena de muerte. También ha subrayado que no se trata de firmar una nueva ley sino de crear "una dinámica en favor de la despenalización".
Tras extender la alfombra roja al Papa durante su visita a Francia del pasado mes de septiembre y lograr que el Pontífice comulgara con su idea de la "laicidad positiva", el locuaz presidente, Nicolas Sarkozy, se mantiene prudentemente al margen del asunto y deja que sea la secretaria de Estado para los derechos humanos, Rama Yade, quien asuma la paternidad de la propuesta. Yade ha dicho que la "lucha contra la homofobia y contra la violencia sexista" constituyen las "prioridades" de la presidencia francesa de la UE.
De sensibilidad progresista y a las órdenes de un ministro de Exteriores, Bernard Kuschner, exdirigente del Partido Socialista, Yade anunció la medida antes de la visita del Papa sin que ello empañara un clima más que cordial. El Papa quería relanzar la fe en un país en el que el cristianismo se encuentra en recesión y lanzar el mensaje --dirigido en especial a España-- de que la laicidad puede ser compatible con la Iglesia. A Sarkozy le convenía mostrar que se puede ser laico sin renegar de las raíces católicas.
Como cuando recibió con honores a Gadafi mientras Yade reprochaba al dictador libio usar a Francia como "felpudo" para lavar su imagen, a Sarkozy le gusta estar en misa y repicando. En este caso, presentarse como defensor de los derechos humanos y, a la vez, no mover un dedo para que las personas del mismo sexo puedan casarse en Francia.
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