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- La decisión de Sofía
- Noticias de Gipuzkoa, 2008-11-03 # Editorial
Tremenda polvareda la levantada por las opiniones de Sofía de Grecia contenidas en el volumen La Reina muy de cerca, de Pilar Urbano, cuya firmeza en mantener las manifestaciones que se contienen en su libro, refutando que se trate de declaraciones privadas recogidas de forma inexacta, parecen evidenciar que la Casa Real no supo gestionar adecuadamente ni la entrevista en sí misma, ni su publicación posterior. Pero, más allá de estas diatribas editoriales, lo cierto es que, si alguna función le es propia a la Monarquía incluso para sus más pertinaces defensores, es la de contribuir al equilibrio institucional, una tarea en el ámbito interno que se refuerza con la representación diplomática en el exterior. Las opiniones de la Reina publicadas respecto a, por ejemplo, los derechos civiles de la ciudadanía, así como su alineamiento con las tesis más ortodoxas de la jerarquía católica, colisionan de forma palmaria no ya contra el más elemental sentido de la neutralidad, sino contra toda pretensión de imparcialidad. Como lo acredita que la prensa internacional sitúe en el espectro político de la derecha los posicionamientos de Sofía de Grecia, a quien contradictoriamente siempre se le había ensalzado hasta la fecha su regia profesionalidad. Flaco favor le hace pues este libro a la Monarquía, más cuando el 23-F, cuyo fracaso se ha intentado apuntar con ahínco en el haber de Juan Carlos de Borbón como su mayor mérito, queda demasiado lejos para quienes hoy no llegan a los 30 años de edad. Porque, si los miembros de la Casa Real pueden manifestarse en público como les venga en gana o contraer matrimonio con quien les plazca, la reflexión subsiguiente es que no hay sacrificio que merezca tanto privilegio. Y, si esta impresión se extiende, será irreversible que de una vez por todas se acabe planteando un debate serio sobre la continuidad de la estirpe borbónica, bajo la premisa insoslayable de que el Rey fue designado como tal por el dictador, si bien también es muy cierto que su legitimación, al menos formalmente, se asienta en la Constitución. La paradoja es que quien más fervientemente ha auxiliado a Sofía de Grecia ha sido el PSOE, precisamente el partido peor parado por las opiniones de la Reina y el que con más vehemencia debería defender la prevalencia del axioma, paradigma de la conciencia democrática, un hombre, un voto.
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