- Lakua señala como «conflictiva» a la víctima de la paliza de Ermua
- Lakua hizo pública ayer una nota en la que llega a calificar de «conflictiva» a la joven de 15 años que el 10 de febrero sufrió una brutal agresión en Ermua por parte de un grupo de adolescentes, y que ha permanecido ingresada en el Hospital Donostia hasta ayer. Respecto a una de las supuestas agresoras, relata que ha sufrido serios desajustes familiares y desvela detalles íntimos sobre su historial médico.
- Gara, 2008-02-21
La adolescente de 15 años que sufrió una brutal paliza el pasado domingo 10 de febrero en las pistas deportivas de un colegio de Ermua fue dada de alta ayer en el Hospital Donostia, tras haber sido operada de un ojo. No obstante, tendrá que someterse a revisiones y será atendida nuevamente dada la gravedad de las lesiones que presenta, especialmente en la cara.
La Ertzaintza mantiene abierta una investigación para identificar a todos los autores del ataque, según confirmó el Departamento de Interior de Lakua, que precisó que fueron los padres de la menor quienes interpusieron una denuncia por la paliza recibida por su hija.
Según han dado a conocer los familiares, varios adolescentes golpearon a la joven con una barra de hierro, le quemaron el pelo, le orinaron encima y la arrollaron con una moto. Un joven trató de intervenir en defensa de la chica y también fue golpeado por los agresores.
Cuando finalizaron los golpes, la menor caminó hasta su casa sangrando por la boca, los oídos y la nariz, con numerosas contusiones en la espalda y graves lesiones en un ojo, por lo que sus padres la trasladaron a un ambulatorio. Posteriormente fue ingresada en el Hospital Donostia, donde al día siguiente fue sometida a cirugía.
Datos pormenorizados
El Departamento de Educación situó la agresión al margen de su competencia, al subrayar que ésta se produjo «fuera del horario escolar, el pasado domingo 10 de febrero en las pistas exteriores del centro educativo de Ongarai, en Ermua, un recinto que fuera del horario lectivo se abre al público por su carácter deportivo».
No obstante, el departamento que dirige Tontxu Campos decidió hacer pública una nota en la que ofrece su versión de lo ocurrido y en cuya redacción se ofrece una pormenorizada descripción de las circunstancias personales tanto de la joven agredida como de una de las supuestas agresoras, ya identificada, ambas menores de edad.
Así, por ejemplo, el Departamento de Educación obvia la presunción de inocencia y el que el tema aún esté en los juzgados y habla sin reparo de «la alumna agresora» y detalla que «tiene 16 años y ha sufrido serios desajustes familiares», a lo que añade además datos sobre su historial médico y académico que cabe suponer que pertenecen a su intimidad.
Si llamativo resulta que se den datos confidenciales sobre la supuesta agresora, más aún lo es que también se airee la intimidad de la menor víctima de la paliza, hasta el punto de revelar qué tipo de trastorno se le ha diagnosticado y señalarle públicamente como una persona que es «frecuentemente conflictiva».
En contraste con esta avalancha de datos personales vertida por Lakua, el Ayuntamiento de Ermua hizo público un comunicado en uno de cuyos puntos destacaba que «todas las personas implicadas son menores de edad, por lo que solicitamos que se respete su privacidad e intimidad personal y familiar».
Además, el consistorio encabezado por Carlos Totorika indicaba que «dado que se han abierto diligencias judiciales, que esperamos aclaren estos hechos lo antes posible y depuren las responsabilidades que se deriven de los mismos hasta las últimas consecuencias, es nuestro deber contribuir a que se respete el secreto del sumario declarado».
En cualquier caso, el Ayuntamiento intenta evitar que lo ocurrido de «mala imagen» a la localidad, y en el segundo punto de su comunicado, antes incluso de mostrar su solidaridad a las familias de los afectados, explica que «es un hecho aislado que podría haber ocurrido en cualquier otro lugar».
Fallan la discreción, las políticas y, sobre todo, la escala de valores
Fuentes forales vizcainas mostraron ayer a este diario su «extrañeza» ante la profusión de datos y elementos relacionados, tanto con la persona agredida, como por una de las agresoras, que figuran en la nota hecha pública ayer por el Departamento de Educación.
Este punto de vista converge además, de alguna manera, con las actuaciones que recomienda el propio Departamento de Educación en su guía de actuación ante el maltrato entre iguales en los centros educativos y que sugieren trabajar la mejora de la autoestima, así como proporcionar garantía de apoyo, protección y seguridad a la víctima, entre otras recomendaciones.
Hay otro elemento desvelado en relación con la agresión de Ermua que lleva a una segunda reflexión. Tiene que ver con el grado de eficiencia que obtienen los programas complementarios y, en general, la idoneidad de las políticas que desarrolla Educación y los servicios sociales forales en relación a chavales conflictivos con problemas de desestructuración familiar, que en muchos casos deben ser afrontados en última instancia por los propios centros escolares, con escasos medios y menor cobertura.
Las mismas fuentes consultadas añaden otra consideración a tener en cuenta. Quizá no de la gravedad de las lesiones sufridas por la persona hospitalizada tras haber sido atacada en Ermua, pero «cualquier fin de semana» se suceden agresiones entre adolescentes en cualquier punto de la geografía vasca, aunque no alcanzan, por distintas razones, la categoría de noticia en los medios.
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